Hombre de paz
Por: Elízabeth Silva R.
El llanto de un niño inundó la casa, sus padres lo miraban con orgullo, pero no podían imaginar que aquel pequeño sería un hombre tan grande, capaz de poner su vida al servicio de la humanidad. Demostró una inteligencia inigualable, de carácter e intención de transformar todo el mal en bien. Siempre combatió lo injusto, las mentiras y desmanes de gobernantes que asesinaban inocentes.
Comprendió cual sería su único camino para materializar sus sueños de justicia social, para que los pobres tuvieran pan y no existieran distinciones por razas ni posiciones sociales.
El Moncada, el Granma, la Sierra, la construcción de mundo nuevo saben de él; luchador incansable por el bien de la humanidad; previsor de ideas que dan vida, que preservan el mundo y la paz. Como fiel Martiano, echa su suerte con los pobres de la tierra, a ellos se debe, así es su vida. Las personas con apego a la verdad reconocemos su intenso quehacer por un mundo mejor, lleno de armonía, sin injusticias, ni guerras.
Una vida entera dedicada a la humanidad, a su bienestar, no importa en qué lugar, donde sea necesario, allí están sus ideas, sus esfuerzos, su amor a los demás, y así será siempre, como un eterno profeta.
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