La dignidad señaló el camino
Por: Elizabeth Silva R.
“ Sin libertad, como aire propio y esencial, nada vive”, sentenció José Martí; es que la libertad trae consigo la paz, enseña el camino de la riqueza material y espiritual, donde todos tengan derechos respetados y puedan trabajar no solo por el bien propio, sino también de los demás.
El grado de desarrollo de la conciencia de jóvenes cubanos y el orgullo que sentían de ser herederos del espíritu de independencia, del ejercicio de la libertad enseñados por José Martí los movió a actuar con urgencia contra tiranos que oprimían y humillaban la patria.
En sentimiento del honor y la dignidad los impulsaron a cambiar el sistema por otro superior, donde nadie mancillara el decoro de su pueblo.
José Antonio Echeverría, joven universitario, estudiante de arquitectura, por vocación: patriota, comprendió que la única vía para derrocar la tiranía de Batista era la lucha armada, camino a seguir para transformar revolucionariamente la sociedad.
Junto a sus compañeros del Directorio Estudiantil, fueron al Palacio Presidencial, madriguera de Fulgencio Batista; él junto a otros de sus compañeros asaltaron Radio Reloj para comunicarle al pueblo el derrocamiento del tirano.
Acciones que demostraron cuánto coraje y valentía para llevar a la práctica el deber que les imponía su condición de cubanos.
La operación fracasó, fueron sorpendidos y asesinados, pero su sangre abonó el camino para que los integrantes del movimiento 26-7 alcanzaran la victoria el primero de enero de 1959.
José Antonio y sus compañeros, murieron como lo que eran, hombres honrados, comprometidos con su tiempo, defendieron lo que creyeron justo y lo pusieron a disposición de un pueblo.
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