Mi ciudad.
Por: Elízabeth Silva R.
Como el azul del cielo y del mar es mi ciudad, bañada por las quietas aguas del Atlántico y su verde vegetación costera, con encantadores misterios y belleza increíble.
La distingue la gente trabajadora, culta y amante de lo suyo.
El profundo amor por el arte hace que de ella surjan grandes artistas, orgullo de todo el que aquí reside: Emiliano Salvador, Luís Ignacio Díaz, Juan Pablo Torres.
Escritores de la talla de Renael González, María Liliana Celorrio, Julián Puig y Jorge Luís Peña Reyes.
Artistas de la Plástica que nos prestigian y nos llenan de orgullo como David Samuel Silva Silva, quien sembró una semilla que germina en jóvenes talentos como Yovany Massó y otros jóvenes instructores que enriquecen día a día el conocimiento.
Escuchaba a mi madre contar como se alimentaba el espíritu con cada retreta de la Banda Municipal, en el anfiteatro, entre el ir venir de las personas que daban vueltas en el hermoso parque de La Independencia, donde se erige la primogénita de las esculturas en Puerto Padre: la estatua de La Libertad, también se distinguen la estatua al Generalísimo Máximo Gómez, el Busto de las Madres, a José Martí, en el parque que lleva su nombre y el de Antonio Maceo.
Al final de la avenida Libertad se alza el complejo escultórico El Quijote, con su molino, símbolo de la ciudad.
Todo el que viene a mi ciudad se enamora de ella, no solo por su azul y la hospitalidad de todos, sino por su belleza.
Me contaba una amiga, que la visitó una sola vez y no la olvida; desde la parte más alta, donde está enclavado el Fuerte de la Loma, Monumento Nacional, recuerda la bella avenida donde se observa al final, el mar.
Así es esta ciudad, la Villa Azul de los Molinos, la hospitalaria, que invita a conocer su mar y sus encantos.
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