De bronce era el Titán.
Por: Elízabeth Silva R.
Un joven se lanza a la manigua. Decide luchar por la independencia de su patria. Salido de entrañas de mujer valiente que engendrara hijos para liberar la patria.
Su coraje y arrojo era tal, que solo con escuchar su nombre temblaba el enemigo.
La figura gallarda recorría los montes cubanos, la furia de su machete caía sobre el enemigo con la percepción y necesidad de eliminarlo.
En él no había cabida para temores ni resquebrajamientos de la disciplina, estaba presente donde el deber se lo imponía.
Aquel combatiente de innumerables batallas supo de heridas que no pudieron cegarle la vida. Tuvo la oportunidad de hacer mucho por la independencia ansiada para su tierra desde el exilio hasta los campos insurrectos cubanos.
Él sabía los desmanes del enemigo, sus crímenes, sus locas ansias de apoderarse de Cuba a toda costa, por ello luchó, para impedir el coloniaje español que tanto odió.
Su espíritu rebelde e intransigencia revolucionaria hicieron de Antonio Maceo uno de los más valientes hombres de nuestras gestas libertarias. Conoció el peligro que representaba la anexión a España.
Sin temores ni miramientos se enfrentó a Martínez Campos y expresó un rotundo NO al Pacto del Zanjón en Mangos de Baragúa donde protagonizó una de las páginas más hermosas y heroicas de nuestra historia, al no aceptar la tregua; su posición firme y definitoria, hizo que continuara la lucha.
Desde Oriente hasta Occidente se conoció su intrepidez, su desafío a las fuerzas españolas, la invasión que recorrió la isla con él al frente dieron fe de ello.
De bronce era el Titán, hombre con tanta fuerza en el brazo como en la mente, de inteligencia preclara y altos conocimientos de la estrategia militar y habilidad en el uso del machete que puso a disposición de la soberanía de su pueblo.
De Antonio Maceo heredamos su espíritu rebelde e intransigencia revolucionaria, el odio al enemigo y el amor a la Patria.
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