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Jairismart

Digno de imitar

Digno de imitar

Tenemos que aprender mucho de José Martí, pienso que la vida es insuficiente para comprender su obra y sobre todo llevarlo a la práctica.

De los recuerdos de niña aún guardo en mi conciencia las anécdotas de mi padre, que con su calma y sapiencia características en él, me tenía acostumbrada. Eran de la obra Martiana, en aquel entonces no lo sabía, pero me gustaban; recuerdo que hablaba de aquel valeroso hombre que recorría Nuestra América para aunar esfuerzos y voluntades para la Guerra Necesaria, su valentía demostrada desde niño, que sufrió prisión por defender su posición invariable a pesar de su corta edad; no comprendía como un niño podía estar condenado a trabajos forzosos y sufrir tanto, sobreponerse a sus problemas de salud y continuar la lucha; mi padre me enseñó su sencillez, transparencia, amor por los pobres de la tierra.

Recuerdo una  anécdota repetidas por él muchas veces y que siempre guardo y comparto con los míos, cuando Martí asistió a un banquete en Tampa e invitó a un tabaquero, el que se tomó el agua del enjuagatorio, acción que resultó asombro y comentarios de todos los presentes y que él repitió en gesto solidario con su amigo, gesto de sencillez y humildad.

Mucho aprendí de las enseñanzas de José Martí en la voz y ejemplo de mi padre, la vida no me alcanzaría para enseñarles todo lo relacionado con el Apóstol a mis hijos y nietos, pero no pierdo la oportunidad de hacerlo porque su vida y acción son dignas de imitar.

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