Maestros
Por: Elízabeth Silva R.
Enseñar es más que instruir, es formar, brindar ejemplo con actitudes cotidianas y para toda la vida, formar y fomentar valores en niños y jóvenes.
De mi infancia, recuerdo con cariño mis maestros, a los que amé , respeté y aún respeto por sobre todas las cosas. Siempre sentí profunda admiración por aquellas personas que tantos conocimientos me brindaban.
Pero jamás pude imaginar cuanto sacrificio y entrega encerraba su profesión; aunque siempre me enseñaron a respetar al maestro como a mis padres, no pensé en las largas noches de desvelos dedicadas a la autopreparación, a la búsqueda de información para impartir mejores clases, a privar a sus hijos y familiares de su compañía para dedicarles a sus alumnos.
Fue tanta mi admiración y respeto por esa profesión, que hace poco más de treinta años ejercí la docencia por primera vez y jamás la pude arrancar de mi vida, para mi el magisterio es como un sacerdocio, es amor, dedicación, bienestar, porque mis mejores momentos son junto a mis alumnos y me enorgullezco cuando me llaman profesora o en conversaciones con jóvenes que no reconozco me dicen: Usted me enseñó Filosofía, o con usted aprendí Economía Política, o Ética, Psicología o simplemente, en labores como tutora; me siento muy feliz, inmensamente feliz, no por autosuficiencia, sino por saber que me recuerdan con tanto amor y respeto, como yo recuerdo a mis maestros.
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