Dos hombres y un ideal.
Por: Elizabeth Silva Rodriguez
Como si la historia se hiciera cómplice, también nació un 13 de agosto y como Fidel, es de los que aman y construyen.
Este pequeño que se convirtió en héroe, amante de la paz, la verdad y el honor.
Un joven con sueños y deseos de cumplir con su deber desafiando peligros, distancias, andando caminos de combates.
Hombre de posición firme y lealtad sin límites, que conoce de ideales y convicciones, del saber por qué se lucha y en qué se cree, del apego a la justicia y a la razón.
No importan ignominias, ofensas, mentiras, patrañas de que es víctima, encierro injustificable, largas y absurdas condenas, ni la cruel separación de sus seres queridos, de sus compañeros de lucha ni de su pueblo. Él permanece firme en su trinchera, decidido a combatir el odio y el terror, sin miedos ni debilidades a pesar de chantajes y calumnias.
No importan falsedades ni desvergüenzas de un gobierno que manipula las leyes y lo mantiene confinado en sus mazmorras sin causa alguna, un gobierno que engaña y miente ante la integridad de quien hace el bien y dice la verdad. Su posición es invariable.
Este David que se alza contra Goriat con ansias de justicia, es de los que no se rinden, de los que se forman en la intransigencia revolucionaria de Maceo y la dignidad de Fidel, de los que ponen en alto sus ideales y el amor a la patria.
Su condición de hombre cabal no le da razones para el arrepentimiento, sino para continuar la lucha por difícil que sea, permanecer seguro en su forma de pensar de que en ningún lugar deben morir personas inocentes, por eso está dispuesto a hacer lo que hizo y enfrentar cualquier riesgo.
René González Sehweret no está solo, todos los que aman la verdad y la paz están con él.
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