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Nada impide sus sueños

Nada impide sus sueños

Por: Elízabeth Silva R.

Lejanías, nostalgias, sueños de amor interrumpidos y citas no asistidas no son motivos suficientes para que cinco jóvenes, desde su encierro, impidan  el vuelo de sus  esperanzas de regreso.
Convicciones muy fuertes los mueven, un amor común los llena, un amor incomparable por el que son capaces de dar hasta sus propias vidas.
Cinco cubanos son víctimas de la injusticia y represalias de un imperio que no perdona a un pequeño pueblo que hace obras de grandes: su REVOLUCIÓN y una lucha incesante contra el terrorismo, causa a la que se entregaron con infinita dedicación Fernando, René, Gerardo, Ramón y Antonio.
El gobierno estadounidense quiere ocultar su verdad, no quieren reconocer su inocencia y dedicación sin límites a evitar muertes y dolor en el mundo.
Tergiversan la verdadera esencia del combate de estos cinco compañeros, hacen ver ante la opinión mundial que eran espías, cuando en realidad lo arriesgaban todo dentro de las filas enemigas, de los grupos mafiosos y terroristas de Miami para evitar el luto y dolor, mientras los verdaderos asesinos los protege  el gobierno de Estados Unidos.
El país que se autoproclama PALADÍN DE LOS DERECHOS HUMANOS viola de forma descarada los más legítimos derechos de estos prisioneros, al no permitir que Adriana  y Olga,  visiten a sus esposos.
 Casi trece años de encierro ilícito por una violación nunca cometida y como respuesta condenas absurdas, nunca vistas en la historia jurídica de los Estados Unidos.
Autenticidades escondidas, manipulaciones de causas y odio eterno a la dignidad de un pueblo que sabe cuál es su camino y por qué lo escogió.
Mientras tanto el muro del silencio se derriba, el apoyo a los Cinco crece y los Comités de Solidaridad se diseminan por todos los continentes.
Las acciones de respaldo a la noble causa de los Cinco antiterroristas cubanos cobra cada vez más espacio, muchas personas se suman a la ofensiva, divulgan desde cualquier rincón del mundo la inocencia de los compatriotas y el ilegal encierro de que son víctimas.
Fernando, René, Gerardo, Ramón y Antonio, no son culpables, son hombres dignos, conocedores del deber y la vergüenza, símbolos de la integridad humana y el cumplimiento del deber, ni el mar que nos separa, ni el muro de silencio que pretenden imponerles logrará el mutismo, todas las voces honestas del orbe se alzarán para gritar su inocencia y el regreso.

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