Un día feliz
Ayer tuve un día muy feliz, con mi nieto Yoel Ernesto,el carnaval infantil fue un buen pretexto para un día de mucha acción caminando, montando en cuanto equipo, carros y bicicletas se encontraba a su paso, sin comprender en los gastos enormes, porque se antojaba de todo cuánto veía.
Yo había decidido pasar el día con él, porque su hermana mayor, con catorce años, piensa que ya no está para carnavales infantiles, aunque en realidad no le gustan esas fiestas.
Mi presupuesto bajaba y el niño pedía y pedía y lo más triste que al llegar a la casa no tenía nada de lo que le compré, antes de llegar lo había roto o perdido, entonces a llorar, como siempre con el paternalismo que me caracteriza hice nuevas promesas, que siempre cumplo para futuros carnavales infantiles.
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