Escenario de victoria

 

Por: Elizabeth Silva Rodríguez.

El resplandor del cielo cubano se nubló, las azules playas se enturbiaron, barcos enemigos cargados de mercenarios intentaron destruir la obra que con tanto esfuerzo y sangre noble costara: la nueva sociedad con todos y para el bien de todos.

Traidores y vendepatrias se alistaron al abrigo del imperialismo yanqui para combatir contra sus propios hermanos, para matar sin miramientos y saciar su sed de venganza contra un humilde pueblo que tomaba la senda de la libertad.

Playa Girón fue el escenario, el pueblo uniformado, sus milicianos cambiaron los instrumentos de trabajo, los libros, muchos dejaron de ser obreros y estudiantes para convertirse en soldados de la Patria y no dejar pasar a los intrusos.

Una vez más la audacia y la decisión del pueblo se hizo sentir, jóvenes, casi niños tomaron el fusil y partieron al combate.

Este pequeño país, sin armas sofisticadas ni grandes tecnologías militares, a solo dos años de la naciente Revolución se enfrentó al más poderoso enemigo de todos los tiempos: el imperialismo yanqui.

En la escena militar, con la frente alta y el pecho henchido de coraje, sin temor a las balas ni a la muerte, movido por las convicciones firmes y el amor a la tierra que lo vio nacer estaba Fidel, guerrillero eterno, dando órdenes en pleno fragor del combate.

Parecía imposible, pero en menos de setenta y dos horas alcanzamos la victoria.

Mujeres y hombres de pueblo formaron el ejército que protagonizó esa hazaña que quedó escrita para siempre en la historia como la Primera gran derrota del imperialismo en América.

La muerte de los compañeros en Girón nos enseñó el camino a seguir, en el sepelio de los caídos en el cumplimiento del deber declaramos el carácter Socialista de nuestra Revolución.

Una vez más los cubanos materializamos las ideas martianas al demostrar que “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.”