Hacer revolución con sus propias manos.
Por: Elizabeth Silva Rodríguez.
Con la ternura y las vivencias de sus años, Elsa Ávila Rodríguez, humilde campesina de Los Coquitos, en Puerto Padre describe cuán difícil era la situación de Cuba en medio de elecciones, antes del triunfo de la Revolución.
Nos narra, que los políticos hacían promesas a la gente para que votaran por ellos, les prometían ropas, zapatos, viviendas, matrículas en escuelas, pero en realidad lo que nos daban era: ¡ plan de machete.
Elsa no sabía leer ni escribir, vivía en un humilde bohío de yagua y guano con sus padres y hermanos, a pesar de su miseria no accedió a dar su voto a políticos ineptos, mentirosos y explotadores.
Esta valiosa mujer prefirió vivir en la pobreza que prestarse a las patrañas y politiquerías de los alcaldes de turno. Ella, como cubana digna, NO VOTÓ.
Esta fiel campesina no tuvo la oportunidad de muchos estudios, pero sí el privilegio de hacer revolución con sus propias manos, esas callosas manos que trabajaban la tierra junto a los suyos para buscar el sustento de la familia fue capaz de hacer brazaletes para el Ejército Rebelde.
Llegó la Revolución y con ella la dignidad y justicia para el pueblo, se acabaron las campañas electorales, los ofrecimientos de los alcaldes y poderosos.
Hoy las votaciones son otras, se vota por la UNIDAD, INDEPENDENCIA, SOBERANÍA, PATRIA Y REVOLCUIÓN.
Al despedirnos, Elsa Ávila Rodríguez nos dice:
¡ YO VOY A VOTAR POR LA UNIDAD Y LA SOBERANÍA DE TODOS LOS CUBANOS.
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