Un crimen a la humanidad

Por: Elízabeth Silva R.

Los asesinos  cambian de nombre pero en esencia son los mismos, los que odian y destruyen, los que acaban con vidas inocentes por venganzas, aborrecimiento o por poner en práctica artefactos novedosos, destructivos, capaces de acabar con la humanidad.

La historia conoce de hechos abominables, donde desaparecieron ciudades enteras, pero lo ocurrido en Hiroshima  y Nagasaki rebasa los límites de la razón.

Allí lanzaron la bomba atómica y sus efectos fueron devastadores, los consecuencias de aquel destructivo artefacto fueron incalculables.

Nadie pudo siquiera calcular por un segundo que sus efectos serían  hasta nuestros días y quien sabe hasta cuándo.

Generaciones enteras sufren aún las secuelas de enfermedades provocadas por aquella destructora arma.

Niños, que antes de nacer, ya tienen cáncer y enfermedades más terribles aún.

Hoy, otras acciones  se repiten en muchos países como el Líbano, por solo citar un ejemplo.

La humanidad no debe extinguirse de una forma tan cruel, sino vivir en este planeta y evitar por siempre que situaciones tan crueles se repitan.