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Nuevos aires.

Nuevos aires.

 

 

Por: Elízabeth Silva R.

Esta  ciudad azul bañada por las aguas del Atlántico,  era un pueblo sin  aires de ciudad antes del 59,  pueblo de gente pobre que  dependían de las labores del mar y del central Delicias.

Los pobres, si tenían suerte, podían asistir a la escuela pública, si alcanzaban matrícula; las privadas eran patrimonio de los hijos de los poderosos, de la burguesía puertopadrense.

Existía un viejo hospital, sin condiciones apenas para prestar los primeros auxilios, en condiciones precarias y sin medicamentos apenas que ofrecerle a los enfermos.

Me refería un enfermero que trabajó en esa época, como en muchas oportunidades él tuvo que comprar medicamentos, de su escaso salario, para ayudar a los enfermos, pero existían clínicas particulares, no para los desposeídos, sino para los burgueses.

Los negros y blancos no podían frecuentar el mismo lugar. El Casino Español o el Liceo eran solo para ricos y blancos, así me relataba mi madre.

Las viejas calles eran empedradas, más bien parecían veredas.

¡ Qué triste panorama el que se nos ofrecía en esa época.

Gracias a aquel primero de enero, que inundó de luz y prosperidad a mi pueblo, le dio nuevos  aires de ciudad.

Escuelas de enseñanza especial, primarias, secundarias, preuniversitarios,  preuniversitarios vocacional pedagógico, sedes universitarias, formación de profesionales con grado científico, son entre otras opciones, las  que tenemos los puertopadrenses.

La salud, la educación, cultura, el deporte son patrimonio de todos.

Cuánto desarrollo se alcanza en estos cincuenta años de Revolución,  tratar a las personas con el respeto y la igualdad que se merecen, convertir los reveses en victorias, y tener como denominador común  la solidaridad humana.

¿Quién iba a decir que Puerto Padre tendría equipos médicos sofisticados con un costo de más de un millón de pesos, como el tomógrafo axial computarizado, o una sala de nefrología?

 

Ya no hay que viajar a La Habana, Holguín ni  a Las Tunas, ni pagar 290 dólares por ese sofisticado examen, como se paga en  países capitalistas.

Esas bondades nos las brinda esta Revolución de los humildes y para los humildes, eso no lo podemos olvidar.

Nadie se podía imaginar que en esta ciudad existiera la posibilidad de realizar estudios universitarios sin necesidad de ir a La Habana o Santiago de Cuba. Fidel cumplió su Programa del Moncada con la universalización de la enseñanza y con todos los beneficios al país, eso no lo podemos olvidar.

Para los olvidadizos, recordarles que al pasado de miseria, desigualdades y discriminación, jamás volveremos, que por la obra hermosa de la Revolución daremos hasta la propia vida.

 

 

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