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Profesión de grandes.

Profesión de grandes.

 

Por: Elízabeth Silva R.

“Es la medicina como el derecho, profesión de lucha; necesítase un alma bien templada para desempeñar con éxito ese sacerdocio…” Así definió el Apóstol José Martí la noble profesión de los médicos.

Los galenos son  profesionales de una alta espiritualidad, de amor al prójimo y desinterés material. Son  irradiación de amor y paz para los que las necesitan.

En su andar por la vida reparten  no solo salud, vinculan su quehacer con las necesidades de la sociedad.

Médicos como Carlos J. Finlay, que puso sus  conocimientos para  bien de la humanidad y dejó por siempre los beneficios de su sabiduría; el Che,  Piti Fajardo, Mario Muñoz que no solo curaron males corporales, sino  también los sociales.

Esta profesión de mujeres y hombres de almas templadas que no le temen a las adversidades, se crecen en su noble faena de precaver y curar a la vez desafiando peligros, distancias y sentimientos.

Educados en los médicos que les antecedieron, de  los que dieron todo por el bien de los demás, está nuestro invencible ejército de batas blancas, esos que con amor infinito hacen honor a  su vocación de ejercer en el momento y lugar que los necesiten.

En Venezuela, Bolivia, Timor  Leste o Eritrea, no importa si es  en territorios distantes, subiendo y bajando cerros, cruzando ríos, selvas, donde siquiera se podía soñar con atención médica, están nuestros galenos, firmes, con el inmenso amor que colma sus corazones para repartir entre los necesitados y la seguridad de cumplir con el ejercicio de  su profesión de lucha con éxito.

Los médicos  de la familia están allí, donde más los necesiten, materializando un deseo que parecía inalcanzable para los desposeídos y que hoy los cubanos hacen realidad, convirtiendo  un sueño en una bella realidad,  lo inalcanzable en patrimonio de todos.

 

 

 

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