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Imprescindible presencia

Imprescindible presencia

Por Elizabeth Silva Rodríguez.


“… Deseo que usted sepa que estoy verdaderamente interesado en que esté aquí, en esta banda de música…” así le escribía el maestro Gonzalo Roig al también maestro Luis Ignacio Díaz, en carta fechada el 16 de diciembre de 1939 y a quien definió como incondicional amigo y hermano. Estrechos lazos de amistad los unían, ambos convergían en un punto común: el amor al pentagrama.

Luis Ignacio Díaz, notable músico puertopadrense, por adopción, tuvo una fructífera vida dedicada al arte, fundó la Banda municipal de Concierto en Puerto Padre y la dirigió con su incomparable batuta, impregnada de elegancia, maestría y sabiduría. Hombre carismático de inigualables cualidades profesionales y humanas.

El talento de Luis Ignacio Díaz lo llevó a figurar entre los más reconocidos músicos de su tiempo, el deseo de cultivar y difundir el arte lo impulsó a crear una academia en la que formó músicos de la talla de Emiliano Salvador, Juan Pablo Torres, Gerardo Corredera, Ernesto Díaz y el hoy integrante de la banda Enrique Díaz, además de Juan Carlos Naranjo quien dirige la banda actualmente y siguen sus pasos para mantener viva esa tradición.

Luis Ignacio era un hombre sencillo fiel defensor de los valores humanos de firme convicciones y sólidos principios, puntos de coincidencia con el pensamiento de su entrañable amigo Gonzalo Roig y la razón de su afinidad.

Hijo y hermano de músicos. En 1933 durante la tiranía de Machado Cipriano Ignacio, el padre, su hermano José Ramón y él renunciaron a la banda por desacuerdo con la política cultural imperante en esa época. Seis meses después al caer la dictadura machadista, se reincorporaron continuando su fructífera y creadora labor.

Tenía sobradas razones para permanecer incondicionalmente en la tierra que lo vio nacer: amor infinito a su Patria.

En 1963 la banda se desintegró y en 1973 retomó la idea llevándola a hechos.

Este insigne músico, orgullo nuestro, fue fiel defensor de la identidad cubana, nos legó su obra y la convicción de mantener viva la tradición de la Banda de Concierto, importante institución que se enriquece cada día tomando como paradigma sus ideas musicales caracterizadas por originalidad y exquisitez.

Aunque físicamente no está, su presencia se siente, la prolongación de sus cualidades artísticas llega hasta su hijo que sigue sus pasos cosechando éxitos y poniendo en alto el nombre de la música cubana en el mundo, su nieto quien forma parte de la Banda municipal de Concierto, de Puerto Padre, sus alumnos a los que formó y entregó lo mejor de él, con inteligencia, maestría, profesionalidad y concepción estética, reafirma así el pensamiento martiano: “… la música es la más bella forma de lo bello “.

 

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